Esta vez SÍ. Con varias primeras:
Primera subida de las clavijas de Soaso
Primera vez que estaba en Goriz
Primera vez que me ponía crampones
Primera vez que subía al Perdido
Todo esto habrá a quien le parecerá algo sin importancia, pero a mis 51 años, empezar a descubrir y disfrutar estas cosas, es demasiado.
Bueno, dejo de aburriros y comienzo la crónica.
Esta vez teníamos reserva en Goriz. El tiempo lo volvían a poner regular para el domingo, pero bueno, las ganas allí estaban.
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Salimos el sábado pronto (a las 7 y media). Esta vez el chofer era Miguel.
Había niebla hasta Argüís. Desde allí buen tiempo y el tráfico, comparado con el de hace dos semanas, era muy poco. Llegamos a Torla, tomamos café y dirección a Ordesa.
Esta vez en la barrera no había ni guardas, así que llegamos a la pradera. Hacía varios años que no había estado allí y al bajar del coche contemplamos la maravillosa vista del Tozar del Mallo, que pared más preciosa, pero espero que esa sea otra crónica.
Nos preparamos todo y a las 10:15 salimos hacia Goriz.
El camino es muy ameno pero un poco desagradable debido a la pista que, para los turistas, hay hasta el final.
Por el camino vamos encontrando algunas personas. Cuando llegamos a las gradas de Soaso nos sorprendió la poca cantidad de agua que bajaba, de hecho estaba todo bastante seco. Y ya por fin llegamos al fondo del valle, paramos a beber agua y comer alguna almendra, en la cascada de la cola de caballo (con poco agua), había bastante gente, pensamos que excursionistas, que ya habían llegado al fin de su meta, pero a nosotros aún nos quedaba tanto desnivel como el que habíamos hecho hasta allí, pero mucho más duro.
La subida hasta las clavijas es fuerte, luego tocan las cadenas. Las clavijas son cosa fácil, el único problema es la roca que está muy lavada pero por lo demás va todo bien. Bueno, se me había olvidado la vista desde debajo de Monte Perdido, con las veces que lo miraba desde la carretera subiendo a Sabiñánigo y decía “Aquel es el Perdido” y ahora me encontraba a unas horas de su cima.
Tras varias cuestas y atajos, llegamos a Goriz, tomamos posesión de las taquillas y a comer, que ya era hora. Luego, ya vino lo de siempre, la modorra y el no saber que hacer hasta la cena. Menos mal que aquí nos dieron la cena una hora antes que en el Ángel Orus, luego un poco de charrada con nuestros compañeros de mesa (uno de ellos del Gran Bilbao) hasta que a las nueve nos recogimos a nuestra habitación, compartida con mas gente que en el Forcau.
A la madrugada nos despertó a todos una ventolera de tres pares de narices. Por la mañana, a las seis y media, ya empiezan los primeros movimientos, aunque nosotros aguantamos hasta menos cuarto.
Bajamos a desayunar y en la calle: ¡Sorpresa! , muy nubloso y mucho aire y frío, que diferencia del día del Posets. Yo no tenía muchas esperanzas de que pudiéramos subir, pero mis guías dijeron: adelante. Cada vez arreciaba más el viento y el frío, empezando a caer un ligero matacabras que cada vez iba blanqueando ligeramente las piedras y haciéndolas muy resbaladizas. Antes de llegar al ibón había varios pasos en roca muy helados y peligrosos. La vista del lago completamente helado, era fabulosa, con el cilindro y la gamba. Allí para mí empezaría una nueva aventura. Había que ponerse los crampones, era mi “bautizo”. El frío arreciaba y saque la chaqueta de Gore, me calcé los crampones bien para ser la primera vez. Sacamos el piolet y para arriba. La verdad es que la pala era bastante fuerte y la nieve muy dura, pero los crampones mordían bien, tuve que pedir consejos sobre como subir, pues como ya he dicho era mi primera vez.
La rampa ya se me hacía pesada, y por fin la pasamos. Luego hacia la famosa “escupidera”. Confieso que iba con miedo debido a los múltiples accidentes allí
Allí volví a resollar, porque me cantaba el pecho cosa fina.
Vuelta a darme ánimos, que eso no me faltó en las zonas más delicadas, y me animaron a llegar de primero hasta la cima. El viento soplaba que casi había que ir a gatas. Ya en la cresta final, entre el viento, la nieve, los crampones…
Yo me creía en las llegadas a la cima del Himalaya, que había visto en Al Filo de lo Imposible. De repente desperté volví a la realidad. Sin darme cuenta, pensando que aún quedaba más, di un paso y vi la cima a cinco metros de mí. Me volví hacia mis amigos y dije: ¡Estamos en la cima! ¡Está aquí! El abrazo entre los cuatro hizo que los ojos se me arrasaran, y no por el aire precisamente. Entonces con la voz entrecortada me salió ¡Con dos cojones hemos subido! La pena fue lo nubloso que estaba todo, solo pudimos ver a ratos el Cilindro. Tras las fotos, rápidamente para abajo. Pues allí no había hijo madre que aguantara. Tuve que pedir consejo sobre como se bajaba con los crampones y más de cara a la famosa “escupidera”, pero con la paciencia de Félix y mucha tranquilidad conseguí pasar aquel pequeño “trauma”. Luego ya, al quitarnos los crampones, ya me quedé más tranquilo, a pesar de que en el fondo me gustó la experiencia. El resto del camino hasta Goriz ya fue mejor y el viento había aflojado mucho. Por el camino nos encontramos a un señor que subía tan feliz, nos preguntó como estaba el tema. Cuando le dijimos lo de los crampones dijo que no llevaba, ni tampoco piolet porque desde abajo no se veía nieve. Luego nos habló de los peligros de la escupidera, que si te caías no parabas ni con el piolet y que hacía cuatro años había visto matarse allí a uno, etc.
Menos mal que ya estábamos en tierra firme, si no lo que me faltaba. Luego les pregunté a estos: si conoce los peligros y ha subido más de una vez, ¿Por qué narices va sin el material adecuado? Pero esto son cosas que nunca entenderé. Ya por fin llegamos a Goriz.
Recogimos todo en la mochila y comimos antes de seguir el largo camino de vuelta hasta la pradera, que la verdad, después de la subida y bajada, se hace pesado. Volvimos a comprobar el atardecer sobre el Tozal cuando llegamos a la pradera. Cargamos el coche y nos fuimos al bar a tomar unos refrescos y ya de vuelta a casa.
En el camino ya me empezaron a engañar para la primavera subir a la punta D’astorg y yo, como soy un primaveras, ya estoy buscando información para cuando me toque. Todo esto si no me engañan antes para hacer algún corredor este invierno. Aunque solo sacan mi nombre es porque soy el escritor, pero también estuvieron conmigo Josele, Félix y Miguel.
Javichu
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El significado de la palabra "Estalentáu" en el diccionario de Fabla aragonesa significa: torpe, aturdido y desmemoriado, bien, pues en este grupo de amigos tenemos de todo.
Fuera de bromas, el motivo de abrir este blog es poder compartir nuestras pequeñas y grandes aventuras, en las montañas, en las escaladas o en los pequeños y grandes viajes que todos soñamos con realizar algún día, además de poder compartir los sueños.
Espero que nos acompañéis en esta nueva peripecia y que disfrutéis leyendo, tanto como nosotros escribiendo.
Nos leemos!!!
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